
réquiem
I
Todos los objetos de mi casa
hicieron la maleta
y se marcharon.
Los llamé a señas,
los llamé a gritos
con palabras descalzas.
Los vi alejarse,
en procesión,
llenando de murmullos la cuadra.
El suelo se rompió
yo me hundí en el agua.
nudo ciego
XVII
Hago un nudo ciego
y vomito hacia dentro mis palabras;
convulsivas se desgarran la garganta,
se azotan contra mis costillas,
braman.
Les tapo la boca
y me muerden los dedos.
Intento estrangularlas
pero, suicidas, escapan
chorreando entre mis piernas.
nudo ciego
XVIII
Pero
la soledad no se marchó
fue sólo
que ya no pude
volver a tocarla.
I
Todos los objetos de mi casa
hicieron la maleta
y se marcharon
los llamé a señas,
los llamé a gritos
con palabras descalzas.
Los vi alejarse,
en procesión,
llenando de murmullos la cuadra.
El suelo se rompió
yo me hundí en el agua.
IV
El miedo cruzó las piernas
y se arrancó de una en una
las pestañas.
Los manteles,
tanto tiempo
con las alas recogidas
y colgados de las patas,
descendieron a la mesa
y la escoba
taciturna, despeinada
regresó a espiar a las arañas.
El miedo
con el dedo en el bolsillo
se durmió pensando
que el sol es un cangrejo
con las patas muy, muy largas.
VII
La mesa cruje
estira su esqueleto,
quiere encoger las patas,
no sabe si es un perro.
Las puertas,
unas monjas que se alejan
con las manos escondidas,
se miran,
mastican el silencio.
Las sillas murmuran
y nerviosas
se truenan los dedos.
Resignados
los zapatos
se echaron bajo la cama,
mientra…
yo destreipo las sombras
con los dedos.
IX
Miro desde el féretro
a las ventanas encogidas en su marco;
al ropero,
con las tripas afuera
pasearse enajenado,
a las sillas
que han ido a echarse en las esquinas,
a la mariposa que se arrancó las alas
y se lanzó al vacío.
Todos están aquí,
Impenetrables.
Optaron por el silencio
Igual que yo.
I ( Nudo Ciego)
Los domingos
la ciudad,
este mundo abreviado,
duerme.
El sol sale temprano
a platicar con los perros.
La basura florece en las aceras
y la gente saca a orear sus recuerdos.
Los domingos
las calles se embarran de silencio
y en los parques
los amantes se buscan
con los ojos cerrados del deseo.
VIII
Hoy descubrí
tornillos
en la articulación de mis dedos
y mi grito
fluyó en series numéricas.
Ahora entiendo
de donde proviene
ese maldito eco de engranajes
que no me deja dormir.
XVII
Hago un nudo ciego
y vomito hacia dentro mis palabras;
convulsivas se desgarran la garganta,
se azotan contra mis costillas,
braman.
Les tapo la boca
y me muerden los dedos.
Intento estrangularlas
pero, suicidas, escapan
chorreando entre mis piernas.
II ( poemario inédito, aún sin título)
Este caldo
de tuercas con zapatos,
de brazos con amortiguadores,
de hombres que lanzan fuego
por los ojos
y cuervos con alas soldadas a la tierra.
Para ceer en algo
en este cielo con goteras
hay que coser las hojas
a los hombros de las ceibas.
XX
Tierra sin puntos cardinales
de casas con muletas
que se baten en los acantilados,
de cactus que florecen
en la boca de los perros
y amantes que dan en adopción
los platos.
Aquí
El cielo es angosto,
Tanto,
Que los cuervos tapan el sol
Con los dedos.
XXI
Aquí
el día es un andamio sin orillas
donde los gatos conspiran,
irascibles,
contra las antenas.
Las azoteas vigilan,
sin credencial,
nadie se atreve a soñar
con el canto maternal de las ballenas.
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